Leyendas de Rio Azul
El ataúd blanco
Cuenta algún vecino que por ahí de los años 40 existían muy
pocas casas en Rio Azul, los pocos jóvenes
que Vivian en este pueblo para divertirse se tenían que desplazar a las
comunidades vecinas.
¡Hay mijito! que le
contaré dice don Juan, ¡este lugar era muy lindo de día!, ¡ aaaah! ¡ Pero de noche era temible!. Me acuerdo que tenía
17 años, ya me gustaban las chiquillas, un día me fui con papá para Tres Ríos a
dejar leña en carreta, -¡No voy conociendo una muchacha en la misma casa donde íbamos!,
sin que mi tata se diera cuenta y la mama de ella, la llame a parte, le dije
que si la podía visitar, yo nunca pensé que me iba a decir que si, nos quedamos
de ver a escondidas en la puritica tarde del sábado.
Mi tata extrañado de verme bien chaniado me dijo, ¿dónde va
usted? Voy a darme una vueltilla por
ahí, respondí, -a confisgado este, no venga tarde porque lo pueden asustar y
entre más tarde peor, -que va mi tata a mí eso no me da miedo…
Andaba este chamaco que no creía en nadie, me lleve un tarro
y un trapo viejo para limpiarme los zapatos, ¡no vez que había que cruzar el
rio varias veces para llegar a Quebradas!, la travesía para Calle Mesen no era
por donde está ahora, había que subir por la finca los Ginesta y salía allá
arriba de la cuesta, todo pura tierra...
Que va cuando llegue al lugar donde quedamos de vernos y a
la hora convenida, no llegó, a mí se me puse que eso me iba a pasar, no sé pero
yo no me voy sin verla pensé, voy a buscarla a la casa, ¡hay manito! cuando
llegue había mucha gente, tenían un cumpleaños y una guarera, ahí estaba Rosita
lo más linda sirviéndole a los invitados, esperé a que terminara, después nos
dimos una vueltilla por ahí, me sentí tan
a gusto que me quede hasta tarde de la noche, ni me acordé lo que me había dicho
papá.
Con la cara hasta que me duele me vine, pase San Diego y
Calle Mesen pura vida, pero cuando venía bajando la cuesta allá por los cipréses,
sentía unos escalofríos tan raros, el viento corría misterioso y de pronto era una calma,
me agarro una tembladera, por ratos cerraba los ojos, pero los tenía que abrir porque
me tropezaba con las piedras, de pronto miro como una luz que venía de largo,
me dije, es alguien con una canfinera, me calme un poco, pero conforme se acercaba
se hacía más grande ya cuando lo pude ver bien, era una ataúd blanca en el
aire, adiós borrachera, yo me metí por medio cerco a carrera limpia y no me acuerdo
ni por donde salí, sentía que el corazón se me iba a reventar, sudaba frio, mis
piernas temblaban como un conejo, en el rio me tome como tres litros de agua, llegue a la casa susitico y así me acosté, al
otro día mi mama y mi tata preguntándome que me había pasado, cuando les conté
mi tata me dijo que en ese lugar habían matado al administrador de la finca y
que varías personas también vieron lo mismo que vi yo.
Desde entonces no volví
a salir solo de noche, mucho menos pasar por ese lugar aunque fuera de día, ¡que
susto más grande me lleve!
Que interesante, no conocía leyendas del pueblo. Gracias por compartirla
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